Junto a su novia, Martina Sánchez Acosta, cumplió su sueño de recorrer en moto Vietnam, Camboya, Laos y TailandiaLa posibilidad de visitar el sudeste asiático, con paradas en lugares en los que la gente vive de la agricultura o de la pesca como hace mil años y en playas que parecen postales del Edén entusiasmó a Benjamín Rojas (29), quien en pocos días tuvo todo listo para subirse a un avión con su novia, Martina Sánchez Acosta, rumbo a la antigua Indochina, esa región exótica, exuberante y misteriosa que inspiró la obra de Marguerite Duras. Así, el actor que comparte escenario con Karina K y Antonio Grimau en la obra Al final del arcoíris, en el teatro Astros, recorrió en moto parte de Vietnam, Camboya, Laos y Tailandia, sin más guía que su intuición, una verdadera aventura que disfrutó con todos los sentidos y que a la vuelta lo empujó a compartir su experiencia.
–¿Por qué elegiste el sudeste asiático para tus vacaciones?
–Son países de los que sabemos poco, y como a mí me gusta mucho la historia sentía curiosidad por conocer estos lugares, tan diferentes de Occidente. Fueron treinta días recorriendo Vietnam, Camboya, Laos y Tailandia en una moto que alquilamos con Martina, mi novia. Una experiencia increíble que me desconectó de mi rutina y me conectó conmigo mismo.
–En esos lugares nadie debe saber quién sos…
–Nadie me conoce, por suerte; por eso pude ponerme esos pantalones. [Risas].
–¿Qué fue lo que más te impactó?
–La gente y su forma de vida, que no tiene nada que ver con la nuestra. En algunos pueblos o aldeas de montaña como Sapa, por ejemplo, en la frontera entre Vietnam y China, las comunidades viven de lo que cosechan y de la venta de algunas artesanías. No conocen el estrés ni la locura en la que vivimos nosotros. Además, son buenísimos anfitriones y les encanta recibir turistas. Fueron muy amables con nosotros en todo momento.
–¿Cómo resultó la convivencia con Martina?
–Este fue el primer viaje largo que hacemos juntos y estábamos pendientes de eso, pero la verdad es que la convivencia resultó muy buena y potenció nuestra relación. Ella se adapta a todo, como yo, y soporta bien mis inquietudes, que soy de moverme mucho y no parar un minuto.
–¿Tuvieron un acercamiento al budismo?
–Visitamos varios templos antiguos en Camboya y mi cuñada, que trabaja en la embajada argentina en Vietnam y que es quien nos ayudó a planear esta aventura, nos llevó a conocer un monje budista en Preah Ko, un lugar que es una joya. Allí participamos de un rito muy tradicional, que es como una especie de bendición en la que nos regalaron unas pulseras rojas que ellos asocian al bienestar y la prosperidad.
–¿Próximo destino?
–Me encantaría recorrer China, también en moto, y el norte de Vietnam, que en este viaje no llegamos. Otra asignatura pendiente que tengo es Japón. Pero no sé, aún no decidimos nada.
Fuente: Revista Hola